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Carta desde una caja de cartón

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Lo he puesto en mi bitácora de Librexpresion.org, pero como es más personalito, me gusta cómo quedó, y tengo ésta totalmente abandonada, paso a copiarlo también aquí. Su URI original es: Carta desde una caja de cartón

Recientemente hemos adquirido por Internet un piano digital. Sí, puede que valientes, (¡una trasacción internetera de ese calibre!), pero he de decir que sin problemas: menos de 24 horas de entrega, en perfecto estado y todo como la seda. Es esta lindeza, que nos enviaron tan eficientemente desde la misma tienda enlazada: Yamaha Clavinova CLP 150, que además tiene interfaz MIDI y varias interesantísimas posibilidades con las que aún no hemos ensayado. Más información, lo digo por morbo, aquí: Página de Inicio / Instrumentos Musicales / Pianos Digitales / Serie CLP / CLP-150.

carta_diego_thumbnail.jpg

Ese trasto viene como es de imaginar bien embalado en una enorme caja con dobles paredes de cartón acanalado de 8 mm de espesor, un ataud carnavalino de 147 × 68 × 53 cm (nadie busque las proporciones del Monolito). Entre dos objetos tan sumamente interesantes y atractivos, piano y embalaje, ¿qué cosa dirían que le llamó más la atención a mi hijo de siete años (en adelante er mushasho)? Estoy seguro que adivinan con total certeza.

A la llegada del paquete, un viernes a mediodía, el primer esfuerzo se dirigió al desembalaje y montaje del chisme electrónico; puede que quien no conozca estos trastos piense que es algo laborioso, pero nada más alejado de la realidad: en quince minutos tienes un mueble que, una vez enchufado, hace sonar en tu salón desde un piano de cola bastante fiel hasta un coro de voces femeninas cantando para un músico New Age, pasando por los sonidos de un sistema de tuberías intrincadas propio de los grandes órganos de viento, o el pizzicato de un contrabajista de color. Por contraste, el montaje de la caja nos llevó todo el fin de semana, y aún colea.

De esto hace ya nueve días, aún está el embalaje ocupando un buen espacio en el salón. Y es que como es sabido, no hay cosa que despierte más la imaginación de un niño que una caja, cuanto más una de esas dimensiones. En poco tiempo, y una vez vacío el embalaje, la caja pasó a convertirse en un Cuartel Secreto, había nacido para edificio.

La primera idea de er mushasho era para tapar herméticamente la cubierta y abrir una puerta y tres ventanas (dos a un costado y una al otro). Como quiera que entre el material deshechable contábamos con un polímero fino y espojoso con buena caida, ponerle cortinas a la ventana solitaria era algo que había de venir por sus pasos (¡y bien que quedaron, las condenadas!, una tarde haciendo tablas y frunces con la grapadora y una galería de cartón). Dentro del embalaje había una barra larga de cartón que hacía muy bien el papel de estantería recorriendo la pared con dos ventanas desde la entrada hasta el fondo, y muy pronto fue dedicada a la tarea que constituirá todo su trabajo mientras el Cuartel Secreto siga siendo cuartel.

La imaginación aplicada, una vez que arranca resulta difícil de parar. Lo siguiente fue ponerle cerradura a la puerta. Un sistema ingenioso de llave (decartón) con un pasador que echa el tranco mediante un cuarto de vuelta fue el resultado de varias horas pensar y dibujar dibujos de siete años, y es que al requerimiento de ahora ponme una llave y una cerradura uno prefiere la contestación: piensa cómo podemos hacerlo. He de decir que el proyecto no me defraudó, y aunque sencillo a los ojos de un adulto, resuelve varios problemas de visualización espacio-motora cuyos planteamientos, así de pronto en er mushasho, me sorprendieron.

Con llave en mano el siguiente problema era el asidero: ¿cómo echar mano a la puerta una vez desatrancada?, y para ello me pidió que hiciera un orificio a fin de meter la mano y poder traer hacia sí el batiente sin necesidad de rasparse los dedos. Feliz encuentro en la discusión de tal eventualidad, que se me ocurrió preguntar: ¿Como si fuera un buzón? ¡sí!, así si te llegan cartas también las pueden echar por el agujero. Como no podía ser de otra forma su cabeza rápidamente imaginó una caja con portezuela detrás del taladro, para recojer el eventual correo. Y allá que nos vimos en la necesidad de un diseño de caja puerta y pasador que finalmente vió la realidad. A partir de ese momento comenzó un carteo intenso entre los miembros de la familia, con el que nos ponemos al día de nuestros proyectos cotidianos, nos manifestamos todo nuestro cariño mútuo o expresamos nuestros problemas o vicisitudes. Es un bonito juego, aunque en ocasiones evidencia nuestras carencias.

No adivinarán qué es lo último que hemos instalado en el Cuartel Secreto. ¡Seguro!

Tenía er mushasho una mini linternita para sus Lecturas Secretas con la que se dejaba el pobre las pestañas en su actividad epistolar, o cuando leía comics a escondidas (no es que se lo prohibamos, pero al parecer leer comics a escondidas debe ser como los desayunos fuera de casa, sabe mejor). Pronto se preguntó si no podía disponer de las comodidades que se disfrutan en toda casa como es debido, y con esta pista ahora sí pueden imaginar cual sería la siguiente pregunta.

Esto nos llevó varias tardes. Era necesario que entendiese cómo circula la corriente eléctrica contínua en un circuito con batería, interruptor y lámpara; no es un concepto muy difícil, y tras un par de experimentos la cosa estaba asimilada. A él correspondía el diseño del trazado, le pedí también diseños para un interruptor eficiente y para un casquillo. Si bien entregó trabajos de cierto ingenio, verdad es que no eran del todo prácticos, así que nos limitamos a sus indicaciones sobre cómo se debía colgar la lámpara del techo, en qué lugar de la pared debía ir el interruptor y cómo escondíamos la batería y el cableado.

Tras dos o tres tardes de trabajo colaborativo, este fin de semana finalmente disfruta de luz corriente en su desván de los misterios

Un saludo,
~piezas.

Actualizado 15 de agosto de 2010: La entrada fue escrita antes de colocarle a la caja su verdadero tour de force: un depósito de agua hecho con una garrafa desfondada de cinco litros, conectada mediante una manguera a un grifo en el interior de la caja. No quería salir ni cuando aquejaba la cosa de la sequedá…


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